Si estás planeando un viaje a Costa Rica en un futuro próximo, seguro que querrás visitar los lugares imprescindibles, como Monteverde, el volcán Arenal, el Parque Nacional de Manuel Antonio y Tortuguero.
Sin embargo, Costa Rica te reserva muchas sorpresas, con lugares secretos que podrías visitar en tus próximas vacaciones.
1. Nosara y Ostional: un paraíso insólito para surfistas, aficionados al yoga y amantes de las tortugas
La Península de Nicoya, en la provincia de Guanacaste, es un auténtico trocito de paraíso en Costa Rica, ideal para relajarse en la playa, hacer surf y observar la fauna salvaje.
Guiones es la playa principal del pueblo de Nosara, en la costa del Pacífico.
Imagina los siete kilómetros de resplandeciente arena blanca que componen las playas de Garza y Pelada, donde podrás bañarte y, por qué no, echarte una pequeña siesta, arrullado por el ritmo de las olas, después de saborear uno de los famosos batidos locales.
Pero también puedes optar por surfear en las magníficas playas de Garza. Aquí encontrarás escuelas de surf que ofrecen clases y alquiler de tablas, ideales para disfrutar al máximo de la costa del Pacífico.
Nosara, el escenario perfecto para practicar yoga
Nosara es un lugar excelente para practicar yoga por su tranquilo entorno natural y la presencia de varias escuelas de yoga de renombre.
La ciudad está rodeada de playas de arena blanca, bosques tropicales y ondulantes colinas verdes, que proporcionan un entorno ideal para la meditación y el yoga.
Entre las escuelas de yoga más conocidas de Nosara están Bodhi Tree Yoga Resort, Nosara Yoga Institute y Blue Spirit Yoga & Wellness Retreat, que ofrecen cursos y retiros de yoga de gran calidad.
Ostional, el segundo lugar de desove de tortugas más importante del mundo
A sólo 10 kilómetros está el Refugio Nacional de Vida Silvestre de Ostional, hogar de las tortugas Lora, Baula y Verde.
Cada año, hasta 200.000 de estas magníficas criaturas vienen aquí a poner sus huevos, dependiendo de la estación, lo que lo convierte en el segundo lugar de puesta de huevos más importante del mundo.
El ajetreo alcanza su punto álgido en invierno, de julio a noviembre, pero es en septiembre y octubre cuando la playa se transforma en una auténtica alfombra de tortugas.
Es un espectáculo increíble, pero para preservarlo, el acceso al refugio sólo es posible con guías acreditados, lo que garantiza una experiencia excelente a cada visitante.
2. En busca del quetzal en Dota
En Dota, a dos horas y media de San José, la capital de Costa Rica, la gente viene a admirar la exótica belleza del quetzal, una de las aves más notables del mundo, en su bosque nuboso, lo que lo convierte en una experiencia inolvidable para los viajeros.
Es más visible entre abril y mayo, su época de reproducción.
Es en esta época cuando crece su principal alimento: el aguacatillo.
Pero este rincón de Costa Rica también es el lugar para venir a pescar y degustar las truchas del río Savegre, y para perderse por los senderos del Parque Nacional de Los Quetzales, hogar de las aves que le dan nombre. También podrás admirar tangaras, trogones y colibríes, y disfrutar de una observación de aves excepcional en tus excursiones.
3. Fuera de los caminos trillados de la frontera nicaragüense: el río Celeste y el Refugio de Caño Negro
Cuenta la leyenda que cuando terminó de pintar el cielo, Dios lavó sus pinceles en el Río Celeste, una de las maravillas naturales de Costa Rica.
Pero la geología ofrece una explicación más científica, sugiriendo que este color particular se debe al encuentro de dos ríos con contenidos minerales distintos procedentes de los flancos del volcán Tenorio.
Protegido como parque nacional, un sendero de siete kilómetros revela los principales atractivos de esta zona: tintorerías, fuentes termales, fumarolas, una espectacular cascada y la posibilidad de disfrutar de una caminata memorable.
Refugio de Caño Negro
A menos de dos horas del río Celeste se encuentra el Santuario de Fauna Silvestre de Caño Negro, de importancia mundial como zona de protección de humedales en el norte del país.
Es un refugio para muchas especies salvajes, muchas de ellas en peligro de extinción, como el prehistórico pez gaspar, considerado un fósil viviente, un tesoro escondido en las aguas del manglar.
Durante la estación seca, el refugio proporciona alimento a miles de aves acuáticas que acuden a este humedal para descubrir la fauna única de Costa Rica. La ingestión de moluscos hace que algunas de estas aves cambien el color de su plumaje a tonos más rosados, un fenómeno fascinante que descubrir en Costa Rica, a través de los manglares costeros.
Haz una excursión en barco al refugio de Caño Negro, uno de los humedales con mayor biodiversidad del mundo. Descubre más de 200 especies de aves raras, así como mamíferos y reptiles.
Para vivir una experiencia auténtica, opta por una excursión privada con salida desde Río Celeste, que te llevará al corazón mismo del refugio, atravesando manglares y puentes colgantes para una inmersión total en la naturaleza.
4. Turrialba en el Valle Central: aventura, encanto rural y cultura auténtica
Las tumultuosas aguas de algunos de los ríos de Costa Rica te invitan a subirte a una balsa y descender por los rápidos más bellos, sobre todo los de la región central de Costa Rica, un auténtico paraíso para los amantes de las emociones fuertes.
Tal es el caso del Reventazón y el Río Pacuare. Dos ríos famosos en todo el mundo por sus sublimes descensos en balsa.
Situado entre Cartago y Limón, el Río Pacuare ofrece 30 kilómetros de rápidos rodeados de una exuberante campiña.
Tras esta estimulante experiencia, dirígete hacia el interior, a Turrialba, el pueblo natal de los Cabecares, para descubrir su cultura, sus cantos ancestrales y sus danzas.
Turrialba también es conocida por ser un hervidero de poesía nacional, rondallas, el arte en madera del Corralón de Santa Teresita, y numerosas artesanías, como la cestería, la quesería, el trabajo de los trapicheros, los marroquineros, los fabricantes de máscaras… por no hablar de sus numerosas fiestas y ferias, que añaden aún más encanto y refinamiento a este lugar único.
La «Rondalla de Turrialba» se representa durante la fiesta turística anual de la ciudad, que suele celebrarse a finales de agosto o principios de septiembre.
Las rondallas son grupos de música folclórica costarricense que interpretan canciones tradicionales de Costa Rica. Tocan instrumentos típicos como la guitarra, el laúd, la mandolina y el contrabajo.